LAS ISLAS BRITÁNICAS
EL HOGAR DEL FÚTBOL
El juego que florecía desde el siglo VIII hasta el siglo XIX
en las Islas Británicas, practicado en las formas más diversas según el lugar o
la región, y que luego se perfeccionó hasta el fútbol que conocemos hoy, se
diferenciaba notoriamente en su carácter de las formas conocidas hasta
entonces.
El fútbol primitivo no estaba regulado, era más violento y
espontáneo, y no tenía limitación en el número de participantes. Muchas veces
se jugaba ardientemente entre pueblos enteros y pequeñas ciudades, a lo largo
de las calles, a campo traviesa, a través de zarzales, cercados y riachuelos.
Casi todo estaba permitido, como también patear el balón. Sin embargo, es muy
probable que hayan existidos modalidades que no permitieron emplear el pie, por
la simple razón del tamaño y del peso del esférico con el que se jugaban (Nota:
el tamaño y el peso del balón fueron determinados recién nueve anos después de
la primera fijación de las reglas de fútbol, en 1863).
Entonces, por aquellos tiempos, el uso de los pies, que se
empleaban más bien para frenar al adversario, se decidía siempre en cada caso,
en el momento cuando se acordaba una competición. Un ejemplo es el disputado
entre Londres y Sheffield en 1866, evento donde además se acordó, por primera
vez, la fijación de la duración del partido en una hora y media.
A la categoría del "fútbol masivo", esto es, sin
limitación del número de participantes y sin reglas demasiado estrictas,
pertenece, por ejemplo, el "Shrovetide Football". Según un antiguo
manual de Workington, Inglaterra, en su época de origen todo estaba permitido
para llevar el balón a la meta contraria, con excepción de asesinato y el
homicidio.
Existe una teoría que defiende el origen anglosajón del
juego, y sobre sus primeras expresiones existen varias leyendas. Una cuenta que
en Kingston-on-Thames, y también en Chester, la primera vez se jugó con la
cabeza cortada de un príncipe danés derrotado. En Derby, la fecha es incluso
anterior, mencionando una celebración posterior a una victoria sobre lo romanos
en el siglo III.
A pesar de estas versiones, existe escasa evidencia de que
el deporte haya sido practicado en dicha época en Saxon o en el continente. De
hecho, antes de la conquista normanda, la única prueba de la existencia de un
juego con pelota parecido remite a una fuente celta.
Sin embargo, existe otra hipótesis: mientras que en las
Islas Británicas, en los primeros siglos, se jugaba aquel tipo de fútbol
masivo, en Francia, principalmente en Normandía y Brittany, se practicaba un
juego muy similar. Quizás fue de esta manera como los normandos llevaron la
lucha por el balón a Inglaterra.
Investigadores han sugerido que, además del impulso natural
de demostrar fuerza y habilidad, en muchos casos fueron ciertas costumbres
paganas, como los ritos de fertilidad, los que motivaron a los estos
"primeros futbolistas". El esférico simbolizaba al sol, el cual debía
"conquistarse" para lograr buenas cosechas. Esto se lograba llevando
el balón a través del campo sobre los cultivos, y para ello debía evitarse que
los oponentes lo arrebataran.
Un significado parecido tenían los desafíos entre hombres casados y solteros, tradición que se conservó en algunos lugares de Inglaterra durante siglos, o entre mujeres casadas y solteras en Inveresk, Escocia, a fines del siglo XVII (se dice que ganaban siempre las casadas, quizás por obligación). Parece que tampoco el fútbol femenino no es tan nuevo como se suele creer...
Un significado parecido tenían los desafíos entre hombres casados y solteros, tradición que se conservó en algunos lugares de Inglaterra durante siglos, o entre mujeres casadas y solteras en Inveresk, Escocia, a fines del siglo XVII (se dice que ganaban siempre las casadas, quizás por obligación). Parece que tampoco el fútbol femenino no es tan nuevo como se suele creer...
Por más que los eruditos debatan sobre el origen del juego y
sobre las influencias de los cultos, una cosa no puede ser refutada: si bien en
su aspecto rudimentario nació hace más de mil años, el fútbol tal y como hoy lo
conocemos tiene su cuna en las Islas Británicas.
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